domingo, 10 de marzo de 2013

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En lo que es una prometedora iniciativa de inspección medioambiental a escala personal, un grupo de expertos en computación de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, ha construido una pequeña flota de sensores portátiles de polución que permitan a los usuarios supervisar la calidad del aire en tiempo real en sus teléfonos inteligentes (smartphones). 


Aplicación para Smartphones


Los sensores podrían resultar particularmente útiles a las personas que padecen ciertas enfermedades crónicas, como el asma, y que como consecuencia de ello necesitan evitar exponerse a gases contaminantes que les provoquen reacciones asmáticas.

Se ha conseguido identificar un material que puede reducir la contaminación producida por los vehículos que funcionan con gasóleo (diésel). El hallazgo podría brindar una alternativa, más eficiente y barata, al platino en los motores de vehículos.

Este material, llamado mullita y presente en la naturaleza como mineral, podría reemplazar al platino, un metal raro y costoso que se utiliza actualmente en los motores diésel para tratar de controlar la cantidad de contaminación expulsada al aire. El platino es demasiado escaso y caro como para ser una solución a largo plazo para los problemas de contaminación causados por los motores diésel.

Disminuye la contaminación en Europa 

Los datos adquiridos por los satélites indican que la concentración de dióxido de nitrógeno en las capas más bajas de la atmósfera ha disminuido en la última década sobre Europa y los Estados Unidos.

A medida que aumenta la población mundial y se desarrollan las economías de un gran número de países emergentes, la población se concentra más y más en los grandes núcleos urbanos. Este desarrollo suele ir ligado a un mayor uso de los combustibles fósiles, desencadenando un incremento en los niveles de contaminación.


Contaminación por NO2 en 2003 y 2011. ((Foto. University of Bremen)
La monitorización de la contaminación atmosférica desde el espacio comenzó con el lanzamiento del satélite ERS-2 en el año 1995, y con su instrumento GOME, diseñado originalmente para medir los niveles de ozono en la atmósfera.

Estos estudios continuaron con los sensores SCIAMACHY a bordo de Envisat, OMI en el satélite Aura de la NASA, y GOME-2, instalado en el satélite MetOp de EUMETSAT.

Estos instrumentos nos revelan que, a lo largo de la última década, los niveles de dióxido de nitrógeno han disminuido sobre Europa y los Estados Unidos, pero han aumentado en Oriente Medio y en algunas regiones de Asia.  



Los países miembros de las Naciones Unidas han aprobado una convención destinada a controlar, por primera vez, las emisiones de mercurio al medio ambiente, tras una intensa semana de negociaciones que se prolongaron durante toda la noche en la jornada final.


Algunas de las cuestiones que más entramparon las negociaciones fueron el carácter obligatorio de las medidas que los países tendrán que tomar para reducir sus emisiones sde mercurio a la atmósfera, la necesidad de atajar igualmente las emisiones al mar y ríos, así como la manera en que los países en desarrollo podrán financiar estas acciones.



El mercurio es causante de graves problemas de salud y las actividades humanas que mayores emisiones generan son algunos procesos industriales y químicos, la generación de energía con carbón y la minería informal.



La contaminación del aire está calentando la atmósfera a través de un vehículo relativamente inesperado: los nubarrones tan típicos de las tormentas veraniegas. Así se desprende de los resultados obtenidos en una investigación basada en modelos digitales, llevada a cabo por el equipo de la química Jiwen Fan del Laboratorio Nacional estadounidense del Pacífico Noroeste, en Richland, Washington, Estados Unidos.

Nube típica en forma de yunque

Aún no está claro hasta qué punto este efecto de calentamiento queda contrarrestado por el efecto neto de enfriamiento que ejercen las nubes de otras clases. Para averiguarlo, los investigadores deberán incorporar en los modelos globales del clima este conocimiento nuevo sobre el efecto causado por estas nubes de tormenta.





La civilización humana ha liberado a la atmósfera en los últimos 5.000 años 385.000 toneladas de mercurio, de acuerdo con un estudio que dice que las emisiones han disminuido en los últimos años. 

Existe información sobre las emisiones recientes, pero no sobre las antiguas. Por ello, el equipo de David Streets ha reconstruido las adiciones humanas de mercurio a la atmósfera usando datos históricos y modelos informáticos.  
Mercurio líquido siendo vertido en un recipiente

Nos muestran que las emisiones alcanzaron un máximo en América del Norte debido a la búsqueda compulsiva de oro y plata hasta finales del siglo XIX (Fiebre del Oro). Después de un descanso, a mediados del siglo XX, volvieron a aumentar con rapidez debido al uso del carbón. Los informes muestran que Asia ha superado a Europa y a Estados Unidos como el mayor emisor de mercurio.

Aunque los datos dicen que las emisiones están disminuyendo, los investigadores predicen que la cantidad de mercurio que se libera por la quema de ciertos combustibles fósiles puede tardar en salir del medio ambiente alrededor de 2.000 años


Los resultados de un nuevo estudio dan a conocer que el incremento en el aire de materiales particulados puede afectar a la formación de nubes, y esto a su vez a la reducción de precipitaciones en regiones o estaciones secas, mientras que intensifican la nieve y la lluvia en regiones o estaciones húmedas.

Contaminación en la ciudad
 Utilizando una base de datos de diez años de mediciones atmosféricas, se ha descubierto la influencia neta y a largo plazo que los aerosoles ejercen sobre la altura y grosor de las nubes, y los cambios resultantes en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones.

El nuevo estudio muestra que la materia particulada fina, mayormente fruto de la polución atmosférica, dificulta que se produzca la lluvia suave, y por otra parte exacerba las tormentas severas. Se trata pues de un efecto a dos bandas, y que es pernicioso en ambas.




La Antártida es la región más seca, ventosa y fría del planeta, sus condiciones particulares la han mantenido inaccesible para el hombre en el pasado. En la actualidad, este continente podría verse afectado por contaminación a escala global y local, y por tanto, supone un lugar idóneo para el estudio de la influencia de la actividad humana.

Pingüino Adelia 
Un equipo de investigadores han evaluado el impacto que esta creciente actividad produce en el medio antártico, estudiando para ello las especies de pingüinos Adelia, Barbijo y Papúa.

Los resultados reflejan que existe un aumento de la contaminación por metales pesados desde el sur hacia el norte de la península Antártica. Es esta zona donde se concentra la mayor parte de las actividades humanas en la Antártida tanto por el desarrollo de actividad científica como por el incremento en la presencia de turistas.










Según unos estudios los ecosistemas marinos pueden verse muy afectados a corto plazo por la actividad pesquera o la contaminación. Señalan que la máxima preocupación es la acumulación de plásticos en los grandes fondos, que se degradan en microplásticos y que pueden ser ingeridos por la fauna de profundidad. También se sabe de la presencia de contaminantes químicos de origen industrial.

Zona de corales de agua fría con redes de pesca de arrastre enganchadas
Entre las consecuencias de esta situación, destaca el aumento de la temperatura del agua, los cambios en la circulación oceánica que oxigena los fondos, etc. 

Los investigadores prevén además sinergias entre impactos antropogénicos: en particular entre el cambio climático y otras presiones como la explotación de recursos. El resultado es que dos o más impactos actúan conjuntamente y provocan un efecto mayor en las comunidades afectadas.








Una exposición prolongada a la contaminación atmosférica puede llevar a cambios físicos en el cerebro, así como ocasionar problemas de aprendizaje y de memoria, e incluso ansiedad. Así lo sugieren los resultados de una nueva investigación con ratones.

El equipo ha extendido al cerebro una línea de investigación anterior en la cual se comprobó que el material particulado fino que flota en el aire, por culpa sobre todo de la contaminación atmosférica causada por el Hombre, causa inflamación en buena parte del cuerpo, y puede estar relacionada con problemas de presión arterial alta, diabetes y obesidad.

Los resultados sugieren que la exposición prolongada al aire contaminado puede tener efectos medibles y negativos en el cerebro humano, capaces de provocar diversos problemas de salud mental. Esto podría acarrear consecuencias importantes y preocupantes para quienes viven y trabajan en áreas urbanas contaminadas.




Casi la mitad de la población gallega respira aire contaminado. El estudio destaca que las partículas en suspensión (PM10), que producen afecciones al tracto respiratorio y al pulmón, son el principal contaminante en Galicia y también en A Coruña, donde, de nuevo, las mediciones realizadas en las estaciones de Riazor y la Torre de Hércules ponen de manifiesto que la ciudad supera los índices aconsejados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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